pueden mencionar autonomía individual y de grupo, cumplimiento de compromisos
y actitud de comunicación. Asimismo, la bondad de propiciar el desarrollo de
habilidades cognitivas en los alumnos, tales como: aprender a procesar la
información, analizar, sintetizar, además de socializar, lo que conduce a la
comprensión de que mediante el trabajo grupal los resultados que se obtienen,
alcanzan mayor amplitud por la interacción cognitiva de los integrantes y aumenta
la visión de la realidad de todo estudiante.
Zañartu (2003) hace una distinción entre aprendizaje cooperativo y
aprendizaje colaborativo, a diferencia del resto de los autores que tienden a
homologar ambos términos. Según la autora, citando a Dillenbourg (1996) y a
Gros, (2000), el aprendizaje cooperativo requiere de una división de tareas entre
los componentes del grupo. Citando a Brufee (1995), la autora sostiene que el
enfoque colaborativo es el que requiere de una preparación más avanzada para
trabajar con grupos de estudiantes. El aprendizaje colaborativo cambia la
responsabilidad del aprendizaje del profesor como experto, al estudiante, y asume
que el profesor es también un aprendiz. Citando nuevamente a Bruffee (1995),
considera los dos enfoques como si fueran lineales, y sostiene que el aprendizaje
colaborativo está diseñado para entrar justo cuando el cooperativo sale o termina.
Esta transición puede verse como un continuo que se desplaza desde un sistema
muy controlado y centrado en el profesor a un sistema centrado en el estudiante,
donde el profesor y los estudiantes comparten la autoridad y el control del
aprendizaje.
Los autores coinciden en señalar que el hecho de juntar a los alumnos y
permitir su interacción no significa que el aprendizaje aumentará, que se
producirán relaciones de alta calidad entre pares o que mejorará la adaptación
psicológica, la autoestima y la competencia. Los alumnos pueden facilitar u
obstruir el aprendizaje de los demás o pueden ignorar por completo a sus propios
compañeros. La forma en que se interactúe dependerá de la manera en que los
docentes estructuren la interdependencia en cada situación de aprendizaje.
Para que un grupo sea cooperativo, en el grupo debe existir una interdependencia
positiva bien definida y los integrantes tienen que fomentar el aprendizaje y el
éxito de cada uno cara a cara, hacer que todos y cada uno sea individual y
personalmente responsable por su parte equitativa de la carga de trabajo, usar
habilidades interpersonales y en grupos pequeños correctamente y recapacitar
cuán eficaz es su trabajo colectivo. Estos cinco componentes esenciales
hacen que el aprendizaje en grupos pequeños sea realmente cooperativo.
(Johnson, et al, 1999)
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