jueves, 29 de enero de 2015

Neurociencia y Educación








NEURONAS Y EDUCACIÓN

Extracto de Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, de F. Manes y M. Niro (Del Zorzal/Planeta).
Resulta importante recordar que las neuronas se desarrollan a partir de un patrón genético dinámico moldeado por las exigencias y los estímulos del entorno. Imaginemos, por ejemplo, a un violinista. Mueve los dedos de la mano izquierda de manera intensa y precisa para ejecutar eficazmente su instrumento. El área del cerebro encargada del control motor elabora, para esto, mayor cantidad de conexiones neuronales. Esas conexiones permiten que el violinista mejore la destreza con el violín, y esos estímulos, a su vez, generan nuevas conexiones. Esto quiere decir que estamos frente a un sistema que se retroalimenta y produce, en este caso, un círculo virtuoso. Y, como contrapartida, frente a la carencia de estímulos, lo que se produce es un círculo vicioso. Si un chico no recibe suficiente estimulación intelectual, las vías o circuitos neuronales que tienen que eliminarse, no se eliminan, y las vías o circuitos neuronales que tienen que quedar, no quedan.
(...) ¿Cuál es la mejor edad para iniciar la educación formal? ¿Existe una edad crítica más allá de la cual resulta más complejo alcanzar el alfabetismo? ¿Por qué algunos niños aprenden más fácilmente que otros? Las neurociencias pueden contribuir a la búsqueda de estas respuestas y los educadores no deben temer sus aportes, ya que muchos de éstos seguramente amplían e, incluso, respaldan sus saberes y prácticas cotidianas de la enseñanza. Asimismo, los neurocientíficos deben trabajar de manera mancomunada con los docentes, ya que son ellos quienes mejor conocen la realidad del aula.
Pero cualquier estimulación y programa educativo, incluso los más innovadores y sofisticados, requieren de una condición aún más primaria para el eficaz desenvolvimiento de los cerebros que se forman. Ambiciosas propuestas educativas personales, áulicas o comunitarias fallan no por cuestiones cualitativas de esas experiencias, sino por la mala alimentación del educando. La carencia nutricional produce un impacto tremendamente negativo en el desarrollo neuronal de los niños y los adolescentes. La desnutrición y la malnutrición están asociadas a alteraciones en la actividad de neurotransmisores, las sustancias químicas que median la comunicación entre una neurona y otra. El efecto nocivo se vuelve mayúsculo cuando la insuficiencia se da principalmente por una ingesta paupérrima de distintos nutrientes, como proteínas, zinc, ácidos grasos esenciales y hierro. Resulta extremo el ejemplo, pero vale la pena como demostración cabal de lo que decimos: en estudios médicos de niños que murieron por desnutrición, se halló un número considerablemente disminuido de neuronas".