Bullying y Educadores: ¿Qué Hacer?
Enviado por Lic. Elizabeth Guibaudo - Lic. Martín Ortelli
El acoso escolar es un asunto que no solo compete a los niños y/o jovenes que lo padecen. Autoridades escolares, instituciones, Estado y, especialmente, familia y educadores, son los actores fundamentales que deben deben trabajar conjuntamente contra un fenómeno que, de no detenerse a tiempo, podría tener consecuencias de gran impacto negativo en todas los implicados: la víctima, quien ejerce la intimidación, los espectadores o testigos y, en general, toda la comunidad educativa, que incluye tanto al colegio como a la familia.
El acoso escolar es un asunto de corresponsabilidad atendido por padres y maestros, de manera que los primeros no pueden descargar toda la responsabilidad en la escuela, ni ésta hacer lo mismo con aquellos.
Muchas investigaciones sobre la violencia escolar muestran que la colaboración entre estos dos importantes escenarios de educación es la mejor estrategia para manejar asertivamente la intimidación escolar, tanto en la intervención oportuna y eficaz como en la implementación de mecanismos de prevención.
Los padres y los profesores somos poderosos canales para estimular el desarrollo de valores que fomenten y promuevan una cultura del buen trato y la no violencia.
Para fortalecer esta alianza te recomendamos
- Mantener abiertos canales respetuosos de comunicación entre padres y colegio.
- Establecer formas de trabajo conjunto orientadas a la prevención de la violencia y a la promoción del buen trato entre los compañeros.
- Conocer el fenómeno, saber de qué se trata y diferenciarlo de otros conflictos que tienen lugar en el colegio.
- Establecer mecanismos para atender las quejas de los niños y los jóvenes y escuchar a ambas partes, sin juicios, con serenidad y tranquilidad.
- Generar estrategias puntuales de resolución de conflictos, defensa de los derechos, exposición de sus posturas y opiniones y expresión positiva de los sentimientos y emociones, entre otros.
- Socializar con las familias de los alumnos las políticas, reglamentos y acuerdos para regular las relaciones dentro de la escuela.
- Tener la convicción de que ambos tienen en sus manos un proyecto común: erradicar del espacio escolar la intimidación y el abuso de poder entre los pares.
La nueva norma crea un sistema de convivencia escolar con comités a nivel nacional, departamental y municipal. Ello debe reproducirse en cada institución educativa para que ese comité analice los factores de riesgo asociados a la violencia escolar y al embarazo de adolescentes.
Además de prevenir estas dos situaciones, deberá coordinar la creación de mecanismos de denuncia y seguimiento, en Internet y redes sociales, de casos de cibermatoneo. De igual forma, la ley ordena definir una ruta de atención a estudiantes y padres en casos de violencia. Habrá sanciones para colegios y docentes (en el caso de los primeros se incluye la cancelación de la licencia de funcionamiento) que no cumplan la ley.
Una tarea importante de prevención de la violencia escolar tiene que ver con el ejercicio académico del profesor. Estamos llamados a establecer relaciones basadas en el respeto. Se nos llama para que, en cuanto docentes, utilicemos el argumento, la palabra, para que estas formas de relacionarnos también sean asumidas por los estudiantes como ejemplo. La docente recordó que en muchas ocasiones el acoso escolar se da en forma oculta. Además, pide a los educadores que estén atentos a reacciones fuera de lo normal: mucho silencio o aislamiento de un alumno, o expresiones exacerbadas de un estudiante frente a los otros. Esas señales ayudan a identificar al agresor o al agredido. Y es necesario llamarlos al diálogo privadamente e investigar qué pasa.
Cuando un profesor detecta que en su salón de clases hay matoneo, debe abordar el asunto con los implicados y exponer la situación en la institución, porque es una situación compleja que también exige una respuesta coordinada, no de un solo docente, sino institucional.
Este es intencional y repetitivo, por lo cual hay que examinar cómo es el agresor y trabajar de la misma manera con él como con el agredido. Si los niños de la clase presencian el hecho violento, es necesario promover una reflexión en ellos. Si no fue de dominio público, hay que tratarlo en privado con los implicados.
Es fundamental que, cuando los docentes detecten situaciones de matoneo, no lo dejen pasar por alto, porque a veces se va enraizando de tal manera que los niños van organizando grupos, hay retaliaciones y las situación empeora. Lo esencial es que, tan pronto se encuentre algún vestigio de violencia física o verbal, se acuda pronto a ver qué está pasando con ese niño.
Por eso, es tan apremiante entregar herramientas a los docentes y a los directivos, para que estos problemas se puedan manejar de la manera más adecuada; habida cuenta de que la institución educativa no sólo es para que los niños aprendan las asignaturas, sino que es un espacio de formación para la vida en el cual hay que recuperar principios morales.
Fuente: Padres Expertos
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