viernes, 27 de noviembre de 2009

Mientras la Universidad Tecnológica Nacional ofrece carreras específicas, en el caso de la Universidad Nacional de El Litoral y la Universidad Católica de Santa Fe hay algunas coincidentes. Pero, más allá del cuerpo docente y de las particularidades de cada facultad, el régimen para el cursado de materias y los exámenes es distinto en ambas casas de estudio, y conviene tenerlo en cuenta para evaluar cuál resulta más apropiado al perfil del estudiante en cuestión.

En la UNL impera -con algunas excepciones- la posibilidad de rendir materias en condición de libre (es decir, sin haber concurrido previamente a las clases). Esto permite al estudiante armar su propio cronograma de asistencia al cursado y, simultáneamente, “adelantar” materias rindiéndolas de esta manera, tomando en cuenta el sistema de correlatividades. Se trata de un sistema sumamente flexible, apropiado para quienes simultáneamente trabajan o, si están dedicados full time a la facultad y tienen suficiente capacidad de auto-organización, para completar la carrera en menos tiempo. También le permite organizar sus períodos de preparación y de ocio con mayor libertad; pero requiere una disciplina acorde a ella y a los objetivos trazados.

En el caso de la UCSF, la pauta imperante es el cursado. Los alumnos concurren semanalmente a clases y deben cumplir con una serie de requisitos escalonados -trabajos prácticos, exámenes parciales, coloquios, además del porcentaje de asistencia- que les permiten, al final, rendir en condición de “regulares”. Aquí el cronograma ya está predeterminado, para que no haya superposiciones horarias, y la asimilación de los contenidos de cada materia es paulatina. Esto permite llegar al examen final con menos apremio y con un conocimiento previo entre estudiante y profesor -incluyendo las instancias de consulta- que contribuye a reducir el nivel de estrés y, en los casos previstos, “promocionar” la materia (es decir, aprobarla sin necesidad de rendir examen final). La contra es que se trata de un esquema fijo y rígido, apropiado para quienes prefieren llevar ese ritmo predeterminado, pero no para los más apresurados. Como ventaja para quienes vayan más lento -por razones laborales o las que fueran- está la posibilidad de “arrastrar” materias de años anteriores durante un tiempo, pero con plazos establecidos y correlatividades que también deben ser respetadas.

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