sábado, 19 de abril de 2014

jueves, 17 de abril de 2014

miércoles, 9 de abril de 2014

Niños hiperactivos


Niños hiperactivos: pautas para los padres 


http://www.todoparalafamilia.com/

Un niño con diagnóstico de Trastorno Hiperactivo de Déficit de Atención (ADHD), requiere, más que cualquier niño promedio, una disciplina clara y firme; asimismo un trabajo riguroso por parte de los padres para lograr canalizar su energía e impedir que la convivencia familiar se vea afectada por esta situación.
Se necesita paciencia de los padres e ingenio para manejar de forma acertada la autoridad, perseverar en la disciplina y establecer límites en el hogar que permitan una educación propia para un hijo con déficit de atención. Esta condición de hiperactividad no debe ser impedimento para desarrollar los conceptos educativos, aunque se recomienda variar la forma, la esencia debe ser la misma.
Además del tratamiento médico y sicológico, la familia también puede desarrollar estrategias, que si bien no eliminan en su totalidad la hiperactividad en el niño, ayudan a controlar algunos de sus comportamientos, lo cual genera un gran alivio en los padres. Los expertos recomiendan las siguientes pautas para educar hijos hiperactivos:
Mecanismos de estimulación: el niño hiperactivo necesita que se le refuerce sus conductas positivas con el fin de aumentar su nivel de autoestima y seguridad propia. Para ello, se sugiere crear un sistema estímulos en el hogar, puede ser mediante estrellas, caras felices o puntos que se obtienen luego de ordenar la habitación, hacer los deberes escolares, ayudar a sus hermanos menores, etc. Los niños harán todo lo posible por ganar este premio y lo más seguro es que mejoren su comportamiento en ciertas áreas.
Identificar las malas conductas voluntarias e involuntarias: los padres deben aprender a reconocer las conductas propias del ADHD para aplicar castigos sólo a las acciones que no hacen parte de su condición. El castigo y la recompensa pueden ser eficaces para modificar la mala conducta que es intencional. Sin embargo, no son tan efectivos en la modificación de los problemas que resultan del Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad, pues son involuntarios. Para las conductas producidas por este desorden, la mejor manera de manejarlas es darle al niño una orden positiva diciéndole lo que debería hacer (empieza ahora a hacer la tarea), en lugar de decirle lo mal que está haciendo (eres insoportable, no haces tus tareas). En otras palabras, si el niño está presentando una conducta indeseable, dígale lo que usted espera que haga, en vez de señalar la conducta incorrecta.
Castigos: los físicos no son aptos para niños con déficit de atención, ni para ninguno otro. Son más convenientes aquellos que están relacionados con la pérdida de beneficios; por ejemplo, perder los puntos acumulados. Es importante que el castigo se aplique inmediatamente después de la falta, de manera que el niño perciba claramente que es la consecuencia de una conducta indebida. Del mismo modo, se debe castigar la falta, no la persona: por ejemplo, no se debe decir “eres un flojo” o “eres desordenado”, porque son afirmaciones muy dañinas para la autoestima del niño y no lo ayudan, ya que no le dicen cómo resolver el problema. En cambio, se debe señalar la conducta reprochable, por ejemplo, “hoy no hiciste la tarea”, evitando asignar al niño una cualidad negativa permanente e inmodificable.
Fomentar el deporte o ejercicio físico: es una eficaz forma de liberar energía, pues se logra un desgaste físico que evitará el exceso de actividad en los momentos donde se demanda mayor concentración, como es el estudio académico. Asimismo, el ejercicio proporciona un sueño placentero, lo que asegura noches tranquilas para los padres.
Mantenerlos ocupados: un niño con estas características no puede tener tiempo de ocio sin acción alguna, él necesita estar ocupado, llámese estudio o actividades lúdicas. Los padres deben proporcionarle un estilo de vida ordenado, en donde se lleve a cabo una rutina diaria, la cual integre espacios de tareas escolares, deporte, sueño, alimentación, entretenimiento u otro tipo de hobbies con las que el niño tenga afinidad. Tenga siempre presente que el tiempo “muerto” es una forma de potencializar su hiperactividad.
Normas, pocas, simples y específicas: es una regla general de la educación, no obstante con los chicos hiperactivos recobra mayor importancia, no olvidemos que ellos pierden fácilmente la capacidad de concentrarse y cuando se les indica muchas instrucciones al tiempo, se desorientan, se confunden y abandonan la actividad.
Establecer límites, autoridad y disciplina: los niños deben saber que tienen unas normas y su incumplimiento tendrá una consecuencia, como puede ser un tiempo fuera o aislamiento. Habrá que ser más enfáticos y combinar un estilo educativo amoroso pero firme, pues no se aceptará ningún tipo de conductas agresivas o manipuladoras. Los padres son quienes deben tomar el control y no los hijos, ya que ellos por su déficit de atención, buscan acaparar el poder y ser el centro de todas las miradas.
Fuentes: Aprender Creciendo Felices, Centro de Apoyo a la Enseñanza; “Manejo del Niño Hiperactivo” estudio realizado por la Sociedad Chilena de Pediatría y el grupo de estudio Trastornos del Desarrollo publicado en mednet.cl; mujer.com

Violencia escolar

Violencia escolar  POR IÑAKI PIÑUEL


1. Entender el acoso escolar como una situación límite, en que la víctima se encuentra a un paso del precipicio, supone eludir el calvario que hasta uno de cada cuatro escolares señala sufrir en nuestras aulas. Burlarse de otro, insultar, menospreciar o ridiculizar son comportamientos socialmente inaceptables que, frente al principio de no intervención o no injerencia, deberían encontrar el rechazo de los adultos y la contundencia del sistema escolar.
2. Menospreciar la violencia psicológica y social que precede en todos los casos a la violencia física es desconocer la gravedad de las secuelas que el desprecio y la humillación producen en el niño. Entre los posibles daños asociados no sólo se encuentran el autodesprecio y el riesgo de suicidio, sino también la ansiedad, la disminución de la autoestima, los cuadros depresivos y el más temible cuadro de estrés postraumático que, cronificado, se puede arrastrar hasta la vida adulta y afectar al desarrollo social, laboral, intelectual y emocional de quien lo sufre.
3. Exigir la presencia de daños clínicos en la víctima como criterio para diagnosticar la existencia de un cuadro de acoso escolar es desconocer la naturaleza misma del problema. La herramienta de evaluación utilizada para identificar el acoso escolar ha de basarse en conductas objetivas de hostigamiento que se producen de manera frecuente o habitual con independencia del daño psicológico o de la personalidad previa del niño acosado.
4. Aún hoy, en las noticias sobre el llamado «caso Jokin», se afirma que «Jokin no tuvo la astucia ni la picardía» o «las familias no se entendieron», pudiendo leer entre líneas el sesgo que consiste el denominado error básico de atribución que pretende encontrar en la víctima la responsabilidad última del maltrato recibido y con ello la evidencia de que las conductas de hostigamiento tienen alguna justificación. El proceso se repite en las noticias en las que se afirma que «se trataba de un ajuste de cuentas». Ello permite mantener la «ilusión» de que «todos estamos a salvo», o que «eso a mí no me podría suceder» puesto que no he hecho nada.
No se trata de un ejemplo aislado, sino del proceso que sistemáticamente se repite en todos y cada uno de los casos de acoso escolar imputando al niño que es víctima del hostigamiento los rasgos y características que le hacen ser percibido como merecedor y responsable del maltrato que se le inflige. Su entorno escolar, incluidos los adultos, participan de este cómodo proceso de victimización que hace responsable al niño y a su familia de la situación de hostigamiento.
Es por ello que cuando el acoso escolar no se detiene en sus fases iniciales escala hasta convertirse en un proceso de linchamiento colectivo en el que se suele encontrar envuelta hasta la familia del menor.
En demasiados casos, la familia del niño acosado no puede detener el proceso de victimización secundaria en el que su hijo es erróneamente diagnosticado e incluso tratado con medicación, como neurótico, introvertido, agresivo o carente de habilidades sociales. Tratando de encontrar la causa del acoso en el niño que es víctima de él, se le saca de clase para ir a ver al psicólogo, se le señala ante sus padres como un niño difícil, insociable, depresivo o que presenta necesidades educativas especiales y le falta asertividad: «Le agreden porque no sabe relacionarse ni defenderse»... Se instruye el caso de violencia escolar contra el niño (haciendo «registro de patio» al acosado) con cargo a la evaluación de lo que el niño es o de la forma incorrecta en que enfoca el problema y no con cargo a la verificación de las conductas de acoso y violencia escolar que recibe en su entorno escolar por parte de sus compañeros.
El diagnóstico de AVE (Acoso y Violencia Escolar) ha de estar basado en conductas observables, medibles y objetivas, y no en el daño psicológico que produce a medio plazo en las víctimas.
Otro de los mitos interesados que impiden una intervención adecuada y eficaz en materia de acoso escolar consiste en hablar de conflicto o desencuentro aplicando como supuesta panacea la mediación para su resolución. Sin embargo, cuando hay una víctima y un agresor no es posible hablar de conflicto, ni buscar en la mediación llegar a un acuerdo y acercar posiciones.
En el acoso escolar son absolutamente prioritarias la protección inmediata de la víctima y la sanción también inmediata de cualquier atentado a la dignidad por parte de un compañero o del profesor. No proteger de forma efectiva a la víctima, viendo ésta que una y otra vez quedan impunes y se repiten los comportamientos de acoso y violencia contra ella, termina generando la indefensión que desencadena el cuadro de estrés postraumático infantil.
Volviendo al caso de Jokin y a la dimensión jurídica del acoso escolar (el CGPJ celebra en septiembre unas jornadas formativas para magistrados en las que se tratará la responsabilidad civil y penal tanto en el mobbing laboral como en el acoso escolar), debemos recordar que la institución escolar tiene el derecho y el deber de ser un lugar seguro para poder maximizar en sus alumnos la oportunidad de aprender, y que son las autoridades educativas las que deben establecer planes integrales de prevención contra el acoso escolar a través de los cuales se pueda hacer efectiva la posición de garante.
No deja de ser paradójico exigir responsabilidades a un profesor al que se ha privado hace ya mucho tiempo de la capacidad de sancionar de forma inmediata por las sucesivas reformas educativas que lo han dejado inerme ante la violencia.
La prevención del acoso y la violencia escolar pasa por deslegitimar la violencia y retirar el rédito social que las conductas violentas reportan al niño. Lo demás suena a música celestial y a eufemismos que pretenden camuflar la realidad de la violencia en las aulas bajo bonitas palabras, aunque sean palabras de la ministra de Educación.
(*) Profesor de la Universidad de Alcalá y codirector del estudio «Violencia y acoso escolar en España»

lunes, 7 de abril de 2014

Enseñar a pensar


Tiching Blog

Enseñar a pensar: filosofía en las aulas


¿La asignatura de filosofía debe limitarse a enseñar las diferentes corrientes de pensamiento que han tenido lugar a lo largo de la Historia? ¿O debe más bien centrarse en la formación del pensamiento lógico y la reflexión crítica de los estudiantes? Quizá debemos replantearnos el papel de esta asignatura en el currículo escolar para darle, por fin, el valor que se merece.
Filosofia | Tiching
Los niños, de manera natural, se pasan los primeros años de vida preguntándose por el porqué de las cosas. Es algo innato el querer conocer cómo funciona el mundo que les rodea, la curiosidad por saber hasta el último detalle. Si lo pensamos bien, esta postura no está tan lejos de la de los filósofos, tanto antiguos como contemporáneos, que basan sus reflexiones en la búsqueda de respuestas a determinadas preguntas. Sólo hay que saber aprovecharla.
La filosofía en las aulas puede convertirse en algo más que estudiar una larga lista de pensadores y sus diferentes teorías. Puede ser el espacio en el que los niños formen debates y se planteen dudas y conflictos que deban resolver tras una reflexión individual y, posteriormente, conjunta. O, mejor aún, llegar a ser una materia transversal que se utilice en las diferentes asignaturas.
Las virtudes de este tipo de actividades son innegables: permiten desarrollar la capacidad de criticar, de dialogar, de llegar a consensos. Cuestionar siempre lo que se da por hecho favorece el pensamiento crítico y es el camino para llegar a otras formas de ver el mundo. Es una forma diferente de fomentar la creatividad, que el niño utiliza para idear nuevas maneras de entender la realidad y de encontrar soluciones a los conflictos morales y éticos.
La filosofía no sólo se aprende, se practica
Para conseguir desarrollar todas estas ventajas recién enumeradas, deberemos dejar de lado en ocasiones la filosofía académica y centrarnos en el propio procedimiento del filosofar. La clave está en cambiar la metodología, haciendo hincapié en los procesos en sí mismos para que los estudiantes aprendan qué es la filosofía mediante la práctica.
Las diferentes formas de filosofar con los más pequeños deben variar según su edad y sus intereses, por lo que es conveniente adaptarlo al grupo con el que se trabaje. A continuación, te damos unas cuantas ideas, por si no sabes bien por dónde empezar esta aventura:
  • Una buena forma de comenzar, sobre todo con los niños de menor edad, es  mediante obras de arte, como ya hicieron en esta clase. Se trata de, a partir de determinados cuadros e imágenes, reflexionar sobre lo que vemos y sobre lo que eso nos transmite. Un efectivo método para que los niños y niñas desarrollen su imaginación y aprendan a describir sus ideas y pensamientos.
  • Otra interesante técnica, es proponer un listado de conceptos abstractos o conflictos éticos (la familia, la justicia, el dinero…) como inspiración para una pequeña redacción individual. En esta página, los llaman minipensamientos, y además de ellos podrás encontrar otros recursos, como imágenes para debatir, que te serán muy útiles en tus clases de filosofía.
  • Si además se pretende fomentar el debate y la participación en grupo, en lugar de redacciones individuales puede ser muy productivo plantear la elaboración de murales conjuntos sobre esos temas. La complejidad de los diferentes asuntos requerirá una reflexión grupal previa y la llegada a un consenso para elaborar un trabajo que refleje las opiniones de todos los componentes.
  • El método más clásico, pero no por ello menos eficaz, es la creación de debates en clase. Para dar pie a las opiniones, podemos leer un relato en el que se plantee algún tipo de conflicto, o lanzar diversas preguntas al aire. Con esta práctica, además de enseñar a filosofar, se enseña el respeto al compañero, a conversar escuchando a los demás, y a llegar a decisiones conjuntas alcanzando un punto medio. Es conveniente responsabilizar a los estudiantes del buen funcionamiento del debate, mediante papeles rotatorios como un secretario que vaya escribiendo todas las ideas surgidas que se leerán al final a modo de conclusión, o una persona que vaya anotando los turnos de palabra para facilitar que todos escuchen a todos.
Además, otra original inspiración puede ser esta clase de filosofía impartida por la maestra Nuria Santiago Rodríguez. Otras experiencias de introducir la filosofía en las aulas las encontramos eneste vídeo, que recoge la opinión de algunas alumnas tras la experiencia; o en el capítulo‘Filosofía con niños’ del programa televisivo Padres modernos.
¿Te parece interesante esta forma de entender la filosofía en las aulas? ¿Cómo la aplicas tú? ¡


domingo, 6 de abril de 2014


Características de la afectividad


Características  de la afectividad

Características  de la afectividad

Intimidad
Los procesos afectivos son estrictamente singulares o personales, surgen de nuestro mundo interior, por ello pueden variar en su significado interior. Ejemplo: El ingreso a la Universidad causará una reacción afectiva personal y diferente en cada postulante.

Intensidad
Es consecuencia de la subjetividad e interioridad del estado afectivo, representa la magnitud o fuerza de la reacción afectiva. Varía según los sujetos, según los tiempos, los factores externos y la capacidad de autocontrol del individuo. Ejemplo: una reacción afectiva frente a un sismo es diferente a una reacción frente a al afecto maternal.

Amplitud
Se refiere a que los procesos afectivos abracan toda la personalidad de la persona. Ejemplo. Un padre llora permanentemente por la perdida de su trabajo.

Polaridad
Consiste en la dualidad de direcciones que pueden asumir las reacciones afectivas, desde lo positivo a lo negativo, desde el agrado al desagrado, del gusto al disgusto o del atractivo o la repulsión. Ejemplo: El amor y el odio.

Profundidad
Resulta del significado o importancia que le otorga el individuo al objeto o relación establecida. Algunos procesos afectivos permiten la sensación de instalarse en lo más profundo de nuestro yo, mientras que otros parecen más superficiales. Ejemplo: El afecto por la madre y el afecto por un viaje de excursión.

Valoración social
Están relacionados con una apreciación social-cultural o una valoración moral.
Ejemplo: Algunos procesos son considerados elevados como el amor, la alegría y otros son bajas: la cólera, el rencor, el resentimiento...


miércoles, 2 de abril de 2014

Ideas para planificar un año distinto

Ideas para planificar un año distinto

POR ALFREDO DILLON

Los docentes enfrentan el reto de adaptarse a los nuevos alumnos, aprender de los colegas y renovar su enseñanza. 





Innovar en clase. El arranque del año invita a los docentes a encarar el trabajo en el aula de manera diferente.
Este nuevo ciclo lectivo traerá cambios para muchos docentes: alumnos diferentes, un aula distinta, tal vez un grado o un año en el que nunca habían dado clase hasta ahora, quizás alguna variación en
las autoridades de la escuela. Pero mientras las circunstancias de la enseñanza se modifican, ¿cambian también los docentes?
“El cambio es vital en la enseñanza. Si bien siempre hay continuidades, el cambio se aborda en función de lo que sucede en el contexto en el que una trabaja, en función de lo que pudo aprender de la experiencia, de lo que aprendió leyendo un libro, participando en una red social, en un curso, conversando con colegas...”, propone Marta Libedinsky, investigadora de FLACSO y de la Fundación Evolución.
Las hojas amarillentas de los docentes, símbolo de la rutina repetida mecánicamente, son ya un clásico de la escuela. Sus efectos resultan bien conocidos: apatía, desinterés, aburrimiento y, en consecuencia, indisciplina. Claro que estos “vicios” no tienen que ver con la edad: a veces son los educadores más jóvenes los que apelan a las viejas recetas, con el objetivo de sentirse más seguros en el aula.
Para evitar que la clase se vuelva un concierto de bostezos y caras largas, el docente necesita plantearse el desafío de innovar. Es lo que sostiene Libedinsky en su libro La innovación en la enseñanza (Paidós). Allí enumera una serie de características que definen al docente innovador:
• Disfruta dentro del aula enseñando y logra que algunos se contagien de esa pasión por renovar el conocimiento, como quien contagia la risa a otros con su risa.
• Es capaz de “olvidar” las modas pedagógicas y dejarse guiar por su sentido común pedagógico para lograr el aprendizaje genuino.
• Es capaz de mostrar a otros cómo enseña y sentirse orgulloso de su creación efímera.
• Hace de la innovación una forma de enseñanza cotidiana, que estudia y necesita nutrirse de la
historia de la educación para saber lo que otros ya han pensado y hecho en las aulas.
La mayoría de los alumnos se da cuenta cuando tienen enfrente a alguien que se limita a repetir el libreto de una clase preparada hace varios años, para otros estudiantes y otro contexto. En ese sentido, Bárbara Cabello, ex maestra y directora jubilada, afirma que la rutina tiene un “efecto corrosivo”, tanto sobre los alumnos como sobre los educadores. Al repasar sus 36 años de experiencia, Bárbara sostiene que “los chicos que más recuerdan la escuela son los que no se aburrieron”. Y que no se puede formar alumnos reflexivos si el docente no reflexiona sobre su propia práctica para modificarla.
En este punto, el rol de los directores es fundamental. Para Bárbara, forma parte del rol del directivo ayudar a los docentes a descubrir su creatividad. “Según dicen los expertos, las personas tienen más capacidad innovadora de la que suponen. Favorecer esa capacidad dentro de las instituciones es una obligación que recae en las jerarquías superiores”, considera.
Libedinsky subraya que la innovación no se logra sólo de manera individual. Junto con la importancia de las ganas personales y la capacitación continua, la especialista destaca que “para innovar hay que ser capaz de valorar las innovaciones de otros, tomarlas como fuente de inspiración y asumir los riesgos que toda innovación implica”. Por lo tanto, un docente innovador será también aquel que tenga la humildad de aprender de sus colegas.

Cómo percibe el mundo una persona con Autismo

El nuevo mundo: Dolors Reig en TEDxCastellon

CEREBRO ADOLESCENTE: La importancia de la motivación en el aprendizaje

CEREBRO ADOLESCENTE: La importancia de la motivación en el aprendizaje: La motivación e s lo que mueve a la persona en una dirección y con una finalidad determinada; es la disposición al esfuerzo mantenido po...